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Portada de Centesimus Annus de Juan Pablo II
Portada de Centesimus Annus de Juan Pablo II

Centesimus Annus, de Juan Pablo II y sus críticas al marxismo y al liberalismo

En el siguiente fragmento se exponen los argumentos por los cuales la Iglesia, en la Encíclica CENTESIMUS ANNUS de Juan Pablo II, defiende el derecho a la propiedad privada. Esto, desde un punto de vista comparativo, contradice al ideal marxista. El pensamiento marxista asevera que el hombre se encuentra “alienado económicamente” por esta propiedad privada.

(…) León XIII afirmaba enérgicamente y con varios argumentos el carácter natural del derecho a la propiedad privada, en contra del socialismo de su tiempo. Este derecho, fundamental en toda persona para su autonomía y su desarrollo, ha sido defendido siempre por la Iglesia hasta nuestros días. Asimismo, la Iglesia enseña que la propiedad de los bienes no es un derecho absoluto, ya que en su naturaleza de derecho humano lleva inscrita la propia limitación.                   [31.1]

Vincenzo Gioacchino Raffaele Luigi Pecci 
León XIII
León XIII (Carpineto Romano, Estados Pontificios, 2 de marzo de 1810-Roma, Reino de Italia, 20 de julio de 1903)

 

(…) Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno. (…) Ésta, por su misma fecundidad y capacidad de satisfacer las necesidades del hombre, es el primer don de Dios para el sustento de la vida humana. Ahora bien, la tierra no da sus frutos sin una peculiar respuesta del hombre al don de Dios, es decir, sin el trabajo. Es mediante el trabajo como el hombre, usando su inteligencia y su libertad, logra dominarla y hacer de ella su digna morada. De este modo, se apropia una parte de la tierra, la que se ha conquistado con su trabajo: he ahí el origen de la propiedad individual. Obviamente le incumbe también la responsabilidad de no impedir que otros hombres obtengan su parte del don de Dios, es más, debe cooperar con ellos para dominar juntos toda la tierra.                                             [31.2]

 
El siguiente fragmento representa un claro ejemplo de la postura opuesta, en las palabras episcopales de León XIII, a las ideologías marxistas y liberales, respecto de las sociedades contemporáneas. Corresponde a las “alienaciones” propuestas por Marx de carácter social, político y religioso.

(…) León XIII escribía: ‘La solución de un problema tan arduo requiere el concurso y la cooperación eficaz de otros’. Estaba convencido de que los graves problemas causados por la sociedad industrial podían ser resueltos solamente mediante la colaboración entre todas las fuerzas. Esta afirmación ha pasado a ser un elemento permanente de la doctrina social de la Iglesia, (…).                             [60.1]
El Papa León XIII, sin embargo, constataba con dolor que las ideologías de aquel tiempo, especialmente el liberalismo y el marxismo, rechazaban esta colaboración. Desde entonces han cambiado muchas cosas, especialmente en los años más recientes. El mundo actual es cada vez más consciente de que la solución de los graves problemas nacionales e internacionales no es sólo cuestión de producción económica o de organización jurídica o social, sino que requiere precisos valores ético-religiosos, (…). La Iglesia siente vivamente la responsabilidad de ofrecer esta colaboración (…).                                                                                 [60.2]

 
El siguiente fragmento corresponde a la postura de la Iglesia en contra de la ideología liberal económica.

Da la impresión de que, tanto a nivel de Naciones, como de relaciones internacionales, el libre mercado sea el instrumento más eficaz para colocar los recursos y responder eficazmente a las necesidades. Sin embargo, esto vale sólo para aquellas necesidades que son ‘solventables’, con poder adquisitivo, y para aquellos recursos que son ‘vendibles’, esto es, capaces de alcanzar un precio conveniente. Pero existen numerosas necesidades humanas que no tienen salida en el mercado. Es un estricto deber de justicia y de verdad impedir que queden sin satisfacer las necesidades humanas fundamentales y que perezcan los hombres oprimidos por ellas. Además, es preciso que se ayude a estos hombres necesitados a conseguir los conocimientos, a entrar en el círculo de las interrelaciones, a desarrollar sus aptitudes para poder valorar mejor sus capacidades y recursos. (…).                                                                                                [34.1]

 
A continuación, un fragmento evidencia nuevamente la oposición al marxismo, pero en este caso se tocará la base del mismo: el materialismo, tomado de Feuerbach.

Otra forma de respuesta práctica, finalmente, está representada por la sociedad del bienestar o sociedad de consumo. Esta tiende a derrotar al marxismo en el terreno del puro materialismo, mostrando cómo una sociedad de libre mercado es capaz de satisfacer las necesidades materiales humanas más plenamente de lo que aseguraba el comunismo y excluyendo también los valores espirituales. En realidad, si bien por un lado es cierto que este modelo social muestra el fracaso del marxismo para construir una sociedad nueva y mejor, por otro, al negar su existencia autónoma y su valor a la moral y al derecho, así como a la cultura y a la religión, coincide con el marxismo en el reducir totalmente al hombre a la esfera de lo económico y a la satisfacción de las necesidades materiales. [19.5]

Karol Józef Wojtyła
Papa Juan Pablo II (Wadowice, Polonia, 18 de mayo de 1920-Ciudad del Vaticano, 2 de abril de 2005)

Críticas a las ideas marxistas acerca de la propiedad privada en la Encíclica «Rerum Novarum» de León XIII.
PROPIEDAD PRIVADA:

Preciso es descender concretamente a algunos casos particulares de la mayor importancia. Lo más fundamental es que el gobierno debe asegurar, mediante prudentes leyes, la propiedad particular. De modo especial, dado el actual incendio tan grande de codicias desmedidas, preciso es que las muchedumbres sean contenidas en su deber, porque si la justicia les permite por los debidos medios mejorar su suerte, ni la justicia ni el bien público permiten que nadie dañe a su prójimo en aquello que es suyo y que, bajo el color de una pretendida igualdad de todos, se ataque a la fortuna ajena. Verdad es que la mayor parte de los obreros querría mejorar su condición mediante honrado trabajo y sin hacer daño a nadie (…).                                                                          [30]

 
FUENTES
 

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